lunes, agosto 29, 2011

Vivir en Kolkata

Vivir en Kolkata tiene otro sabor. Como el del té en las tacitas de barro. Muy distinto de Bangalore. Aquí uno tiene que estructurarse el tiempo de otra manera, porque la ciudad es cómo es y no le puedes pedir lo que no te va a dar.

¿Qué no le puedes pedir a Kolkata? Comodidades. Aquí tienes que luchar hasta por tu pedacito de acera para pisarlo y seguir andando. Pero a los pocos se va consiguiendo. Ya os he hablado de que aquí, aunque hay aceras, está cubiertas por tiendecitas a ambos lados, tiendecitas de todo tipo. Cada una especializada en su cosa, a veces por zonas: de aquí hasta allá de la calle hay ropa, de allá hasta más allá venden cosas para la cocina, en el medio hay gente que vende té o comida callejera, snacks como pani puri o bhel puri, o zumos, hay vendedores de fruta, luego vienen los vendedores de cerraduras, los que arreglan relojes, los que venden alfombras, los que venden bolsos, los que venden verdura, los que venden....cualquier otra cosa.

¿Qué pasa con esto? Que tienes que ir tienda por tienda. Que no puedes ir a un sitio donde encontrarlo todo, porque no hay. O hay muy pocos. Todo esto junto, que podrías encontrar en un Big Bazaar en Bangalore, pues aquí no es tan fácil, porque Big Bazaar solo he visto uno en Google Maps y me queda en el quinto coño, así que no voy a ir. Acabo antes comprando en las tiendecitas. Y no sólo estas, sino las que están verdaderamente en los bajos de los edificios, no en la calle en sí, también son así: cada cosa la compras en su tiendecita: aquí el pan (roti, una cosa que estaba buscando en Bangalore y no había allí!), acá el yogurt, allí las galletas, allá el paneer, en esta otra los dulces, en esa las cosas de limpieza, en aquella las de higiene, en la otra la ropa de cama, y así con todo.

Lo cual hace que tengas que encontrar tiempo para poder darte una vuelta por todas las tiendecitas y equilibrar las compras, por el peso, porque vas a pasear y pasear. Eso sí, consigues buenos precios. Al final acabas conociendo a los tenderos que te saludan y te preguntan que tal y que ya no se extrañan de verte y dejan de intentar timarte. No niego que es un poco (muy) pesado, andar de tienda en tienda, pero tiene su encanto. Además, si no es en esta tienda es en la siguiente, y ellos mismos si no tienen algo en la tienda se encargan la mayoría de las veces en ir a buscarlo por ti, y traértelo, y cuando no pueden, pues te indican donde puedes encontrarlo. Incluso aunque no sepan más que bengalí, intentan ayudarte (suponiendo que te entienden, pero de momento no me han fallado).

Claro que tengo un par de supermercados relativamente cerca. Pero relativamente cerca, significa en realidad a unos 20 minutos. Hay una pequeña tienda cercana, porque hay una gasolinera y tiene como un mini super, lo que vendría a ser un Seven Eleven, pero no 24 horas, y además le faltan cosas. Aunque siempre está ahí para urgencias o perezas.

En realidad me hace gracia lo de ir de tienda en tienda. Siempre voy en metro a la universidad, aunque antes tengo que coger un autorickshaw para llegar a la estación. No está muy lejos, pero tampoco cerca. El domingo me cogí una auto hasta el metro, como siempre, y lo que hice fue volverme andando a la Guest House. Descubrí dos lavanderos, una tienda donde además de dulces venden paneer fresco, unas cuantas tiendas de verduras, un Cafe Coffee Day (cafetería estilo occidental) para cuando me entre nostalgia o ganas de una café helado dulce, una tiendecita de samosas y snacks fritos que tienen una pinta deliciosa, muy tradicional la tienda con el fuego y las brasas y los dos señores de cuclillas cocinando. También encontré otra tienda donde comprar las legumbres al peso, un herrero, varios templecillos no sé a qué dios dedicados, tres restaurantes, un sitio de fotocopias super super super barato, una tienda donde además de té en cuencos de cerámica también sirven café (¡por fin!), y donde además de dulces venden dahi vada (aunque luego de probarlo no me gustó) y un snack dulce-picante (esta mezcla les encanta) de remolacha (que sí me gustó). Bueno, cosas. Cosas que en un supermercado grande no venden. Aunque allí vendan otras cosas.

Ah, y encontré un hombre que plancha!! el primero que veo en Kolkata. Aunque ahora tengo yo una plancha, sinceramente, la ropa india será preciosa, pero es un incordio plancharla...tiene demasiados pliegues.

Claro que el problema de todo esto es que en realidad, solo puedo irme de tiendecitas los fines de semana...Durante la semana lo tengo más complicado si quiero hacer cosas, por las tardes siempre estoy ocupada con las clases. La manera de vender y comprar también te cambia la vida. Tienes que luchar por encontrar el tiempo, la tienda, hacer cola y que no se te cuelen, el mejor precio...En Bangalore todo era más sencillo: tenía un super de camino a casa, otro detrás de casa, una tienda de frutas y verduras al lado, y si quería, tenía un supermercado mejor si me desviaba del camino a casa, a diez minutos. Lo compraba todo de golpe, o casi. Pero no había tiendas donde comprar roti recién hecho para llevar a casa. Ni dahi (yogur) casero. ¡Ah, esto lo vale!

Aquí podéis ver el dahi (yogurt) casero en su cuenquito de barro y la tapa, una hoja de plátano seca...

viernes, agosto 26, 2011

...hemos vuelto

Desde esta misma mañana vuelvo al mundo de la red, a estar conectada con vosotros, lectores y lectoras, pero también amigos y familia. Parece mentira lo mucho que una se acostumbra a esta en contacto con todo el mundo a la vez, a leer las noticias por internet, a escuchar la radio e incluso ver programas de televisión, a trabajar y buscar información...

Pero en estas dos semanas sin internet he estado haciendo otra cosa: conociendo Calcuta, acostumbrándome de nuevo a India, pero a una India distinta. La verdad es que lo primero que me asaltó fue la conciencia de esta diferencia. Es absolutamente visible desde que llegas a la ciudad, pero también hay otras cosas, no visibles, que solo conoces cuando empiezas a moverte y a tratar con la gente, que son muy diferentes.


Lo primero: los edificios y las calles. Los edificios son bonitos. Serían bonitos. La mayoría son de arquitectura colonial y se nota que tienen un diseño inglés de la época. Tienen arcos y ventanas, fachadas decoradas, columnitas...Serían bonitos si estuvieran en condiciones. Pero no lo están, están abandonadísimos. Se caen a cachos, vamos. Hay grietas, desconchados, colores desvaídos, ventanas con persianas rotas, goteras, musgo, pegotes negros en las pareces. Parece mentira que por dentro se mantenga la estructura de algunos edificios y que haya gente viviendo en ellos. U oficinas. Se aguantan milagrosamente, pero no sé hasta cuando.



Y las calles. Lo primero, un punto positivo: hay aceras. Hay aceras en todas las calles que he visitado hasta ahora, y me he movido por la vieja Calcuta. En Bangalore, había aceras en cuatro calles. Pero además, las aceras están llenas de vida. En Bangalore, a veces veías puestecillos de venta ambulante de comida, snacks, helados, relojes, bisutería...Pero en Calcuta, todas todas las aceras están a rebosar de un puestecillo tras otros, incluso con bancos para sentarte en aquellos donde sirven comida o té y pastas. Pero también venden desde menaje de cocina, hasta ropa de cama, pasando por ropa, fundas de móviles o accesorios de papelería. Sin olvidarnos de la fruta y los zumos de caña de azúcar. Sin embargo, lo que más abunda con diferencia son los puestos de té y pastas. Hay, a lo mejor, cuatro seguidos, que se hacen la competencia pero que sobreviven juntos. En Bangalore, los teaboys (chaiwallahs) iban en moto o bici de un lado a otro de la ciudad, parando a la puerta de las tiendas, o en las aglomeraciones, o cuando alguien se lo solicitaba. Tenían una ruta que cubrir todos los días. Sin embargo, aquí, los puestos son fijos: es el cliente el que se mueve. Eso sí, se aseguran de que todas las calles están cubiertas para que nunca falte el té. A cada cuatro pasos, tienes un puesto, o casi.
Siempre me he preguntado qué sería de India sin té.

El té es otra diferencia. Además de lo de los puestos versus los chaiwallahs ambulantes, otra diferencia es que en Bangalore, tenían además de chai, una oferta amplia de cosas: café, té negro, leche de almendras, té con limón...Aquí, no: chai o chai. Eso sí, hay pastas. Y te puedes sentar. Sólo falta el periódico del día.



Ah, y una última cosa en cuanto al té: en Bangalore, lo sirven en asépticos y fríos vasitos de plástico, como los de flúor de la primaria en la escuela. En realidad, en Bangalore todo lo sirven en cosas de plástico que se acumulan como basura no degradable en cada rincón de la ciudad. Aquí, te sirven el té en cuenquitos de barro que tiras a una papelera de cada puesto, a veces en la calle también, cuenquitos que se desharán con la lluvia (continua). La verdad es que todo lo sirven en estos cuencos de barro: cada vez que pides comida para llevar en un restaurante pequeño o tradicional, también en las tiendas de yogures o leches dulces (un descubrimiento de Calcuta), incluso los puestos de zumo de caña de azúcar te lo venden en uno de estos cuencos (pero en grande, los de té son chiquititos). La verdad es que le da un toque diferente al té, es como una experiencia más auténtica. En Bangalore, en algún sitio me lo han servido en un vasito de cristal, como de chupito, pero en el cuenco de barro, casi del mismo color que el propio chai, tiene otro sabor. Un sabor mejor.


De momento: Calcuta 1- Bangalore 0

jueves, agosto 04, 2011

La cuenta atrás...

Lo único que tengo en la cabeza en los últimos días es India, India, India. Algo pasa con este país que a todos los que van los marca, nos deja una señal en la frente que vemos cada mañana en el espejo, que nos recuerda que una vez estuvimos allí. Para que nunca se nos olvide. ¿Qué botón tocará, qué rueda moverá, dentro de nosotros, que nos cambia para siempre? A toda la gente que he conocido que ha estado en India alguna vez, le pasa lo mismo. Notan algo diferente. Notan que por alguna extraña razón, quieren volver. Puede que no para vivir, que sólo sea para viaje de placer, incluso aunque no les haya gustado mucho la experiencia la primera vez; pero en el fondo, sólo piensan en volver, algún día.

¿Será porque nos damos cuenta de que es un país tan amplio que siempre hay algo que nos queda por experimentar en India? ¿Será por la avaricia de aprovecharlo todo hasta la última gota, y nos damos cuenta de que con India no lo hemos conseguido, de que tal vez sea imposible agotarla nunca?

Lo dicho, últimamente solo pienso en India. Si cierro los ojos, sólo veo India. Todo lo comparo con India. Las palabras que escucho me evocan recuerdos de India. Me pongo a pensar las palabras con las que la definiría, misión imposible, claro, pero lo intento. Me salen palabras como ajetreo, callejear, ocre, mugre, palpable, pero me faltan otras muchas. Ya irán saliendo. 

Todavía es pronto para saberlo, pero cuando comparo mi sensación con India y mi sensación con Japón, no hay color. Japón está bien, es un país precioso, también me encanta la comida, el bullicio en la ciudad, la calma en los pueblos, las telas, la gente tocando música en la calle, la paz de los templos y las montañas, el clima, los colores de la naturaleza...Pero le falta chispa. Le falta la gente hablando por la calle. Le faltan sonrisas. Le falta sabor, olor,...Le falta intensidad. Esa es la palabra, intensidad. E India tiene intensidad de sobra.

lunes, agosto 01, 2011

Pregunta al aire

Mientras paso mis últimos días en España, he estado escuchando más Radio 3 que nunca. Y en mi programa favorito, Carne Cruda, han hecho una interesante pregunta que me ha dejado pensando y que os lanzo aquí también para todos aquellos que me léeis y sois aficionados a la música. Qué mala persona que soy.
¿Por qué digo esto?En cuanto os diga la pregunta, será lo que penséis.

En realidad se trata de tres preguntas:
-¿Qué disco os llevaríais en un viaje largo?
-¿Qué disco os llevaríais a una isla desierta en la que como mínimo, váis a pasar varios años? (tendréis un reproductor de música que funcione con energía solar, no problem here)
-¿Qué disco salvarías de las llamas si un incendio se comiera vuestra casa y vuestra colección de discos?

Reglas: se trata de elegir un disco publicado tal y como fuera publicado, no de hacer un recopilatorio y grabar un dvd, ni de poner un montón de música en un mp3 con 16 gigas de capacidad...Es un ejercicio de imaginación, y una pequeña putada, sí, pensar en un, y sólo un, disco por cada pregunta.  Bueno, en el fondo, tres.

¿Qué he elegido yo? Pues aún no lo tengo del todo decidido....Para el viaje largo, seguramente me llevaría algo de 17 Hippies, pero no sé qué disco todavía. Para la isla desierta, estoy pensando en Vinicius de Moraes con Toquinho y Maria Creuza y su grabación de las actuaciones que dieron en La Fusa (son dos cds en el disco, pero como fue editado así, cumple las reglas). Pero en cuánto a qué disco de mi colección salvaría de las llamas, es complicado, condenar así a todos los demás discos...Tal vez el Bury the Hatchet de The Cranberries, porque fue el primer disco que compré con mi dinero y es una cuestión algo sentimental, pero también estoy pensando en el In Concert de Janis Joplin que compré en Japón, que es un discazo...SI lo tuviera en vinilo lo salvaría sin dudas...

¿Y vosotros, qué elegís?

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